A bordo del «Trinidad» -como en todo paraíso que se precie- tenemos unas normas que nos ayudan a tener una convivencia fácil, a integrarnos de forma fluida en el medio marino y a poder disfrutar al máximo teniendo en cuenta la particularidad del lugar.
Un barco es un espacio pequeño, en el que todos los ruidos viajan hasta cada rincón habitable ampliándose como en una caja de resonancia. Cuando saltamos en cubierta, en el interior parece que una manada de elefantes ha invadido el barco, cuando charlamos despreocupadamente en tono alto escuchan cada punto y coma desde la playa, así que a bordo procuramos siempre mantener un respeto por los demás compañeros y vecinos, teniendo especial cuidado en los tiempos de descanso. Por ello procuramos no encender luces interiores cuando hay alguien durmiendo, quitar la música y hablar bajito cuando alguien ya se ha acostado o es tarde.
Imagina que tu casa se balanceara cada vez que
pasa un coche rápidamente o sopla una racha de viento. Imagina cuántas cosas caerían al suelo, podrían romperse, ensuciarlo todo y generar caos en tu comedor, cocina, baño… en un barco sucede algo similar cuando un vecino poco cuidadoso entra en la cala a más velocidad de la recomendada o se avanza ese viento previsto para dentro de una hora. Por ello la norma general es “todo lo que se puede caer, se cae”. Todos los armarios y puertas tienen cierre para bloquearlas y procuramos no dejar nada fuera de su lugar para evitar inconvenientes. Igual hacemos con la vajilla: después de comer fregamos, secamos y guardamos para evitar atraer moscas si lo dejamos para luego y para evitar problemas si una ola nos sorprendiera, así como para mantener el espacio libre por si alguien necesita abrir la nevera o usar la cocina.
Hablemos del baño: que pasaría si por el lavamanos de nuestro baño tiráramos papel higiénico, plásticos o toallitas húmedas? Buena pregunta, no hace falta intentarlo en sus casas, podemos imaginar – sin probarlo- que quedaría atascado, pues el tubo es demasiado pequeño para digerir tales materiales. En el WC de un barco ocurre lo mismo, cualquier cosa que se salga del guión ( entiéndase por guión materia orgánica que es desalojada por el cuerpo) obtura el sistema. Por ello tiramos todo el resto que se sale del guion a una bolsa de basura instalada en el baño. Valga decir que a bordo sí se ha realizado la prueba muchas veces accidentalmente, con lo que es un hecho probado.
El agua dulce: el barco dispone de dos tanques de agua dulce que llenamos siempre antes de salir de puerto y que si economizamos puede durarnos para toda la semana pero que si usamos alegremente como en casa puede obligarnos a ir a puerto antes de lo deseado. Normalmente lavamos los platos con agua salada cuando estamos en una cala de agua limpia, nunca en puerto y en verano nos deleitamos con duchas de agua de mar, usando un poco de agua dulce para quitarnos la sal al terminar. De este modo ganamos en libertad de movimientos, siendo nosotros los que decidimos cuando ir a puerto y no el agua…
El agua de mar tiene muchísimas propiedades, su sabor nos transporta a lugares sin tiempo, su olor nos sugiere vacaciones, descanso, alegría. Otra de sus características indudables es su eterna pereza para secar cuando ha tocado ropas, tapicerías, maderas. Sin darnos cuenta entramos al interior del barco después de un baño reparador en aguas cristalinas y sin darnos cuenta mojamos tapicerías, cojines, espumas y suelos que mantendrán fielmente su humedad marina hasta el fin del verano o más. Por ello es importante secarnos bien y cambiarnos con un bañador seco antes de bajar al interior del barco.
Después del agua la electricidad es el segundo tesoro de a bordo. Viajamos y hacemos vida en casas flotantes, diseñadas para aprovechar al máximo los espacios, que albergan equipos, víveres, recambios, herramientas.., y personas que puedan usar todo lo anterior. Estas casas han sido concebidas para imitar al máximo todas las comodidades que podemos tener en una casa no flotante aunque al no poder estar conectados con cable a la red eléctrica tenemos que usar baterías para abastecer con corriente luces, bombas, electrónica, nevera… para ser más autosuficientes disponemos de placas solares para cargar dichas baterías pero de noche no se cargan y vamos utilizando nuestra reserva de baterías. Por ello es importante usar lo que necesitamos pero también acostumbrarnos a apagar las luces que no son necesarias, de esta forma podemos tener un consumo responsable y eficiente que nos permita seguir teniendo la cerveza fría, por ejemplo.