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Conectar con la naturaleza viajando en un barco

¿Navegar a vela? Vivimos en un mundo de prisas, inmersos en lo urgente, que apremia. Sin duda cuesta encontrar espacio para nosotros mismos y para reconectar con la naturaleza. No obstante, a veces tenemos más cerca de lo que pensamos la forma de hacerlo.

Navegar a vela como viaje de naturaleza

Ya en tiempos remotos nuestros ancestros descubrieron que el poder de una vela empujada por el viento podía hacerles llegar bien lejos. A diferencia de ellos hoy disponemos de comodidades que jamás habrían soñado. También la navegación a vela ha cambiado su objetivo comercial por uno más recreativo o personal. Ahora navegamos con más seguridad que nunca y con comodidades insospechadas en la antigüedad.

Desde el principio el mar nos fascina, nos genera admiración por su grandeza, su fuerza. Quizás su magnetismo se deba a la falta de control que ejercemos sobre él.

El mar impone sus propias condiciones y cuando nosotros los humanos nos decidimos a entrar en su territorio aceptamos, sin saberlo una de sus normas fundamentales:

En el mar se vive en el presente

Por eso, nada más cruzar la bocana del puerto somos invitados a vivir la experiencia de formar parte de un entorno fascinante, en el AHORA.

Navegar a velaPor consiguiente, nos sumergimos plenamente y sin distracciones en un marco natural de belleza incomparable. Mientras el barco avanza, las prisas de la ciudad van quedando atrás. Después de unas horas navegando ya nos parece que fue ayer que partimos. Por lo visto nada era tan importante, pues queda en nuestra estela muy rápidamente.

Al mismo tiempo, el planeta sigue girando, con lo que se suceden puestas de sol, cúpulas de estrellas y lunas con distintas caras.

En contraste con el ritmo apresurado al que estamos acostumbrados a vivir en tierra, en el mar no hay más opción que fluir con los elementos. Quien manda es la dirección e intensidad del viento y la ola. Por lo tanto, no nos queda otra que adaptarnos a sus reglas, las de la naturaleza.

Después de más de dos décadas realizando viajes en velero por el Mediterráneo con infinidad de grupos, he podido verificar algunas de las cosas que nos conquista a la mayoría de nosotros: levantarse en un fondeo y saltar directamente al agua cristalina para desperezarnos; adaptar nuestros horarios a los del ritmo de navegación, en vez de a los del reloj; seguir sorprendiéndonos cada vez que un grupo de delfines sigue el barco; o encantarnos observando los cambios de color del agua, del mismo modo que nos hechizamos viendo una hoguera.

¿Te animas a experimentarlo por ti mism@? Puedes apuntarte sol@, en familia o con tu grupo de amigos. Y sumérgete en un universo de naturaleza y sensaciones al navegar a vela.